Saturday, August 20, 2005

Pintar. Parte I

Hace meses que no pinto.
¿Sabes? Pintar supone tal esfuerzo mental, emocional y físico que logra anular cualquier deseo. La mayoría de las veces el lienzo es un amante que no responde al más profundo de los afectos, a la más sincera de tus caricias.
¡Son tantas las decisiones que ser tomadas!

Colocas estratégicamente sobre la paleta los diferentes colores manteniendo el temple. Invocas a dioses que ya no deben existir pidiendo que intercedan por ti:
No quieres mancillar esa superficie inmaculada en vano.

Vuelves tu vista hacia la tela y reconoces el horror de la nada. Es el momento más delicado. Aquí redactas mentalmente tu declaración de intenciones.
¿Cuantas veces has recitado "... En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme..."? Cervantes tenía una idea clara de como sería su libro. Inicio, nudo y desenlace. ¿Y tú? ¿Te atreves a prometerte a ti mismo que parirás aquella imagen que salta por tu neocortex?
Pintar no permite dudas: Las suerte rara veces funciona.
Escribir, por ejemplo, se asemeja más a utilizar un cincel sobre la piedra. Eliges la forma deseado y golpeas y golpeas hasta que surge la frase deseada.

En el arte rupestre, los hombres de las cavernas, escupían el pigmento sobre sus manos que estaban sobre la pared. El espacio de piedra que cubrían con la mano era el mismo que dibujaba el lugar donde la posaron.
En realidad, poco o menos, es lo que uno hace al pintar:
Se escupe saliba hasta que tienes la boca seca, exalas tu alma para que tu obra tenga tu espíritu e imprimes color y forma con tu gesto y presencia.
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Wednesday, August 17, 2005

Abducciones a tiempos pretéritos.

A veces, en determinados periodos sientes determinado estremecimiento que hace cambiar la materia de la que está construido el universo.
Fogonazos perturbadores te ciegan transportándote al pasado. Un pasado que se descompone a tu alrededor y te devuelven al presente. Robándote algo, encogiendo tu corazón.

Esos fogonazos son fotografías que tu percepción capturó. Son improntas, impresiones de épocas pasadas, de colores desvanecidos, de una luz solar determinada que ahora juzgas especial:

Es el recuerdo amargo de una calle en una la tarde nocturna del mes de febrero. Y del ronroneo lejano de los coches circulando a dos esquinas de distancia.

Es el recuerdo pacífico de un medio día en un prado seco y solitario de un mes de agosto. Y del amarillo que lo inunda todo.

Es el recuerdo de la luz regocijante escurriéndose entre las hojas de un platanero en un mes de abril. Y el suave y frio soplido del viento.

Son las calles atestadas de gente y tu casa en la esquina, pies frios y las manos en los bolsillos. Es la soledad sin intimidad.


No tienes control sobre tus sentimientos, tu mundo interior -ese que cambia- te devuelve experiencias llenas de bilis. Porque no puedes volver atrás. Porque envidia las páginas que pasaste o las ensombrece. Porque distorsionan tu estado de ánimo.
Jódete, estás obligado a sentir - te dices.
Solo en un charco (barrizal) de recuerdos.

¿Listo para volver a casa y cambiarte los zapatos?

El pasado pesa. El futuro espanta. El presente espesa...
Luego estarás mejor- te dices.
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Wednesday, August 03, 2005

Presentaciones

PBuff, bien, pienso, publico en internet y luego existo.

Hay "X" clase de personas que necesitan excretar, defecar o eyacular en alguna parte para reafirmarse y quedarse más agusto. Hablo de enfermos mentales.

Creo que los artistas, poetas, escritores, pintores, músicos, etc. son enfermos mentales.
Uh?
Demasiado tajante? Demasiado "dadá"? ¿Soy artísta? ¿Soy creativo? ¿Que soy?
¿Soy un onanista combulsivo-compulsivo y exibicionista?

Soy diez dedos teledirigidos por un cerebro que lucha contra algo. Un maniático de la higiene espíritu-mental que ha llegado a la conclusión que necesita esta papelera-retrete-cloaca para poder curarse

Escribiré sobre la alegría, sobre mis proyectos, sobre mis patéticos fracasos y mis humildes victorias para todo aquel que quiera leer.
Escribiré sobre vosotros con la esperanza de que podamos aprender los unos de los otros antes que uno de nosotros se quite de en medio.
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El destino de las cosas

Las cosas que temes tocar se pudren:
La cosa es una sartén que fríe o una olla a presión silbando.
La cosa es un cigarro recien encendido olvidado en el cenicero.
La cosa es aquello que dejaste en la nevera y empieza a florecer con la sangre que San Jorge derramó.

Las cosas que tocas se derrumban:
La cosa es la conocida gota que derramó el vaso.
La cosa es la carta innecesaria de un castillos de naipes.
La cosa es la suela de tus zapatos sobre cemento húmedo.
La cosa es pintar sobre un cuadro que has acabado o una mancha de aceite sobre una camisa que no vestimos.
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